La libertad de movimiento
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El movimiento es el motor que impulsa el desarrollo infantil. Los niños y niñas nacen con la necesidad de trepar, saltar, balancearse, jugar y moverse. Este movimiento es imprescindible para el desarrollo físico y cognitivo. Las investigaciones más recientes apuntan a conexiones inequívocas entre el cuerpo y la mente, y se ha llegado a sugerir que el desarrollo cognitivo y físico deberían considerarse dos piezas interdependientes de un mismo sistema complejo:
en cuanto activamos la musculatura se empiezan a segregar moléculas mensajeras (en forma de proteínas y hormonas) que tienen un efecto positivo sobre el metabolismo, y sobre la regeneración y conexión de células nerviosas en el cerebro;
el movimiento (como sucede en el juego libre) estimula el sistema vestibular, que controla el equilibrio, y esto activa la segregación de hormonas como la neurotrofina, con un efecto tremendo en la actividad cerebral;
cuando los niños y niñas pueden elegir cómo, dónde y cuándo sentarse y trabajar en la posición que prefieran, la temperatura corporal sube gracias a la mayor circulación, aportando más oxígeno al cerebro y facilitando así la concentración.
Participar en actividades físicas de manera regular se asocia con un mejor rendimiento académico, mayor atención y memoria. También sabemos que, en los niños y niñas más pequeños, la actividad física y la coordinación visual-corporal contribuyen a la posterior adquisición de la lectoescritura y al aprendizaje de las matemáticas.
Los espacios interiores y el mobiliario de Kaleide están pensados para facilitar el movimiento y promover la ergonomía. Nuestros espacios exteriores, así como la sala de psicomotricidad, ofrecen innumerables posibilidades para el desarrollo de habilidades motrices, para la expresión corporal y la descarga de tensiones emocionales a través del movimiento.