El papel de las facilitadoras
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En Kaleide, el papel de los maestros y maestras (a quienes preferimos llamar "facilitadoras") es ante todo el de aprender con los niños y niñas. Elegimos el nombre de "facilitadoras" por su relación con la palabra latina "facilis", que significa (como te imaginarás) fácil. Las personas que "facilitan" en Kaleide asisten a las participantes de forma no invasiva, las orientan o supervisan de manera que se facilita el aprendizaje automotivado y autodirigido.
Las facilitadoras hablan con los participantes, les escuchan y los observan. Son sus compañeras, cuidadoras y guías. Evalúan las circunstancias vitales de las criaturas y planifican cómo responder a las necesidades de cada niño y niña en un momento concreto. En este sentido, son investigadoras y mentoras que brindan sus conocimientos y experiencias a las participantes, ofreciéndoles caminos diferenciados de aprendizaje que abren nuevas oportunidades, retos y contenidos.
Las relaciones entre las facilitadoras y los participantes son muy cercanas y están basadas en la autenticidad y la igualdad. Las facilitadoras participan como compañeras en las actividades de los niños y niñas en vez de dirigir o supervisarlas. Esto hace que las participantes se sientan cómodas y tengan la confianza de pedir ayuda y apoyo cuando lo necesitan, sabiendo que no van a sentirse nunca juzgadas.
En todo momento, las facilitadoras muestran respeto por las ideas, teorías y formas de pensar de los participantes. En Kaleide creemos que es fundamental que un niño o niña sepa que puede equivocarse sin temer castigos, juicios, comparaciones ni reprimendas. Las facilitadoras no intervienen de forma inmediata ante cada problema que se les presenta a los participantes, sino que les dan tiempo de darse cuenta, por sí mismos, de sus errores, apoyándoles en el proceso mediante el diálogo.
Más que de nuestras palabras, los niños y niñas aprenden de lo que nos ven hacer. Aprenden observando a las personas adultas y a otros niños, e imitando lo que ven. En este sentido, las facilitadoras actúan como modelos muy importantes en cuatro áreas:
el cuidado (de una misma, de otras personas, de las ideas, del mundo humano, y del mundo natural);
las actitudes ante el aprendizaje (una predisposición a asumir retos, aprender de los errores y compartir saberes);
la comunicación y la resolución de conflictos (empatía, escucha, diálogo);
los valores (cooperación, respeto, igualdad y justicia).
En relación con los contenidos curriculares, las facilitadoras están al cuidado de desarrollar experiencias, crear ambientes y proporcionar materiales y relaciones que ayuden a los participantes a desarrollar una amplia variedad de habilidades y conocimientos partiendo de sus propios intereses, y en contacto con el mundo real. Si has visto que tu hijo o hija tiene interés en aprender algo, no dudes en decirle que se lo cuente a su facilitadora principal. Queremos poder ofrecerle aquello que amplíe sus horizontes.
En la resolución de conflictos, las facilitadoras emplean métodos no-autoritarios para ayudar a las participantes a resolver cualquier situación y darles herramientas vitales para que encuentren sus propias soluciones. Estos conocimientos y habilidades les servirán toda su vida.
En Kaleide creemos que el contacto físico (por ejemplo, los abrazos y caricias) es un elemento clave en el desarrollo físico y emocional de los niños y niñas. Las facilitadoras tienen una relación de cercanía emocional con las criaturas, y esto se traduce en gestos físicos de cariño. Un abrazo, además, es la forma más sencilla de estimular la segregación de oxitocina, una hormona que nos hace sentir a gusto, relajadas, y nos predispone favorablemente para aprender y ser creativas.
A continuación te contamos cuáles son nuestras guías de actuación en relación con contacto físico para garantizar la seguridad de los niños y niñas:
No tocamos a ningún participante sin habernos cerciorado de que está de acuerdo. Cada criatura tiene sus propias necesidades y es fundamental que las respetemos (salvo en caso de urgencia).
Permitimos a las participantes que trepen y alcancen objetos altos sin asistencia nuestra, y evitamos levantarlos del suelo y "ayudarles" cuando no pueden solos. De esta forma han de desarrollar sus propias habilidades físicas, su conciencia corporal y su resiliencia (así como su resistencia a la frustración). En ese proceso aprenden a conocer sus límites físicos y esto les ayuda a estimar mejor los riesgos y evitar accidentes.